OSVALDO DRAGÚN EN EL PANORAMA DEL TEATRO ARGENTINO DE 1950-1970*
Аni Levi
Breve bosquejo histórico
En los comienzos del siglo XX aparece en América Latina un teatro con signos
y características propios. Hasta entonces, durante el período colonial y en
los primeros años después de lograda la Independencia, la creaci6n dramática
en Hispanoamérica se encontraba bajo el influjo predominante de la literatura
y del teatro español y si no imitación suya, era al menos un reflejo de los
dramas españoles. Esta influencia se prolongó aun después de lograda la liberación
nacional, es decir a pesar de la independencia política seguía siendo el teatro
español la fuente principal e inagotable de inspiración para los autores latinoamericanos.
Los protagonistas exaltados e idealizados del teatro romántico tuvieron una
amplia repercusión en las obras dramáticas de América Latina. Los autores hispanoamericanos
también crearon muchos héroes desvinculados de la realidad. El teatro mostraba
una tendencia evidente hacia la exageración de los gestos heroicos. Un poco
después fue la influencia de la comedia de costumbres de Manuel Bretón de los
Herreros que atrajo la atención de los creadores de teatro en América Latina
hacia los problemas más latentes de sus países, lo que les permitió incluir
en su expresión el habla popular de los distintos países del Continente. De
este modo nació el teatro hispanoamericano de costumbres que llevó al escenario
una infinidad de personajes coloridos, que hablaban el idioma según los cambios
lingüísticos de cada país. Hoy todavía se conservan algunas obras de esta época
costumbrista, que fueron las primeras en definir lo peculiar, lo característico
del Continente, y no solo del idioma, sino también del modo de actuar de sus
habitantes y de otros detalles de la vida.
El teatro hispanoamericano costumbrista tuvo su auge en Argentina. Se empezó
con la dramatización de Juan Moreira de Eduardo Gutiérrez, hecha por
José Podestá. Entre todos aquellos autores sobresalen Florencio Sánchez y Roberto
Payró, junto con muchos otros que asimilaron los principios del drama naturalista
y llevaron al escenario los conflictos y personajes locales. El espíritu liberal
del teatro costumbrista, sus ideas que afirmaban la fe en la posibilidad del
Continente de gobernarse solo, le hicieron encontrar una acogida muy calurosa
en los medios de autores dramáticos y se llegó a una gran extensión del movimiento
costumbrista en toda América Latina. Aun antes de la “Década Gloriosa” (1900-1910)
en la Argentina habían surgido ya algunas comedias de costumbres en Chile,
en Perú y más tarde en Cuba y Guatemala.
Después de la Primera Guerra Mundial en todo el mundo se buscaron formas nuevas
de expresión. El teatro costumbrista limitaba las posibilidades de observación
psicológica. La Primera Guerra Mundial tuvo como consecuencia en la cultura
una ruptura brusca de las fronteras y los literatos de todo el mundo procuraban
crear una nueva literatura con raíces en el humanismo. Los autores teatrales
volvieron a la tragedia clásica, pero ya los personajes estaban fuera de lo
legendario, eran seres humanos y vivos. El teatro recobró su índole de fantasía.
Aquel movimiento renovador tuvo trascendencia también en América Latina, viviendo
el teatro
de los autores que con nobleza y vocación se dedicaron por entero a experimentar
con nuevas formas.
Enrique Anderson Imbert 1954. T. 2, p. 288.
Algunos echaron mano del tema clásico, ellos también buscando la manera de
darle un nuevo aliento, otros ensayaron en el surrealismo. Entre estos se destacaron
en Argentina Conrado Nalé Roxlo y Samuel Eichelbaum, en Santo Domingo, Pedro
Henríquez Ureña, en Colombia, Luis Enrique Osorio, en Cuba, Luis A. Baralt,
en México, Alfonso Reyes y Francisco Monterde.
Al mismo tiempo el costumbrismo se depuraba y los conflictos lugareños encontraban
una repercusión cada vez más amplia en el análisis de los problemas a través
de una minuciosa observación psicológica. Se buscaba también la determinación
de la influencia de los rasgos psicológicos de los habitantes de cada país
en las relaciones políticas y humanas. Claro está que a lo que aspiraba esta
nueva forma teatral en Hispanoamérica era a hacer un estudio de los distintos
países en el Continente. De este modo y con este afán se eliminaron los eufemismos
y se habló claramente de los problemas más urgentes de las relaciones entre
los países americanos, alcanzando las formas expresivas del costumbrismo mayor
significado y valor: apareció un lenguaje nuevo, medido y más efectivo y funcional.
Este tránsito del teatro costumbrista al teatro nacionalista estuvo marcado
por la transformación de lo cómico en dramático. Entre los creadores de este
tipo de teatro debe mencionarse a José Antonio Ramos en Cuba, Antonio Acevedo
Hernández en Chile, Rodolfo Usigli en México. Todos ellos nutrían su teatro
en los estudios políticos y sociológicos y dentro de un cuadro riguroso y estético
alcanzaron un profundo análisis racional, estudiando los problemas en su fondo
histórico.
Después de la Segunda Guerra Mundial vimos el surgimiento de un teatro nuevo,
diferente, que revela las contradicciones del ser humano y muestra lo absurdo
de un mundo donde el hombre cree ver enemistada su naturaleza con la civilización
creada por él mismo. Esta desunión entre la condición humana y la experiencia
histórica es el tema principal del teatro de posguerra. También los autores
de América Latina aceptaron y recogieron esta tendencia. Después de la Segunda
Guerra Mundial se llegó a la actualización de los problemas del Continente.
Ya sus habitantes tienen los mismos problemas que el resto del mundo.
Ayudados por la experiencia del teatro costumbrista, por el análisis psicológico
y los estudios de los problemas nacionales, los autores latinoamericanos pueden
situar cualquier conflicto en el ámbito propio y con rasgos característicos.
Y además, pueden reflejar problemas universales, interesantes y relevantes
para los lectores y espectadores de otros países y continentes. Ello contribuyó
mucho al desarrollo rápido del teatro en América Latina, que dio grandes pasos
hacia adelante, lo que a su vez ayudó mucho a descubrir la verdadera función
activa del teatro. Apareció una cohorte de autores guiados por el propósito
de crear un teatro trascendente y filosófico.
Los dramaturgos hispanoamericanos asumen la misma actitud que los escritores
de todo el mundo: la fe en el hombre, en su destino. Descubriendo sus flaquezas
y defectos, sus vacilaciones e incertidumbres, sus fantasmas y miserias ellos
plasman la imagen del hombre moderno, visualizando también el nuevo orden moral.
El teatro argentino del siglo XX
En Argentina el teatro tuvo en líneas generales el mismo desarrollo que en
el resto de Hispanoamérica. Pero aquí hay una peculiaridad que pone un sello
diferencial entre la Argentina y los demás países latinoamericanos.
Si se quiere hablar del teatro actual en la Argentina, es
imprescindible realizar una división entre el teatro comercial, muy semejante
al de muchos países americanos, y el teatro independiente. En 1930, fecha de
nacimiento del teatro independiente argentino, se producen dos hechos que le
dan base: la decadencia del teatro comercial y la dictadura de Uriburu. En
ese momento un grupo de intelectuales /.../ forman los primeros grupos de teatros
independientes. El objetivo es doble: por un lado, el rescate de los valores
de un viejo teatro argentino que había sabido reflejar con hondura el nacimiento
de una nacionalidad, a través de Florencio Sánchez, Roberto Payró, Gregorio
de Laferrere, Carlos Mauricio Pacheco, etc. y por otra parte, de capital importancia
para la posterior definición del movimiento teatral independiente, la utilización
del escenario como tribuna de expresión, como única tribuna posible bajo la
dictadura. Este doble camino, el de la búsqueda de valores artísticos representativos
de cada época, y la crítica dura de estructuras sociales, le han otorgado al
movimiento un sentido y un carácter que lo han convertido, en mi opinión, en
el más importante fenómeno cultural de la vida argentina de los últimos años.
Osvaldo Dragún 1962-63
Los teatros independientes querían atraer otra vez hacia el teatro al público
que se había retirado de él, ya que el teatro comercial existente estaba en
plena decadencia. Los teatros independientes empezaron a recorrer el país,
representando las obras dramáticas en los pueblos y aldeas del interior. Eso
tuvo una gran repercusión y el resultado fue la creación de grupos de teatro
independientes en casi todas las ciudades. Era dura la tarea, pero los entusiastas
trabajaron incansable e incesantemente y el resultado está en sus obras y en
el cuadro del teatro argentino de la época.
Una nueva generación de autores: Ferretti, Ferrari, Halac, Svartzman, Rodríguez,
Imbert, además de /.../ Gorostiza, Cuzzani y Lizárraga, representa el compromiso
del intelectual - con la obra que vive el país, y el contacto directo a través
de sus problemas y sus vivencias con un público sensibilizado socialmente y
que exige del escritor y del artista en general una real actitud de participación
en la historia argentina de hoy.
Osvaldo Dragún 1962-63
Los escritores dramáticos argentinos, los mejores de ellos, se relacionan
con los teatros independientes y con sus obras luchan por un nuevo teatro,
donde se reflejen los problemas nacionales y sociales. Conscientes de su responsabilidad
como intelectuales, ellos buscan la mejor manera de comunicarse con el espectador,
con el público, con el pueblo. Carlos Gorostiza, uno de los mejores dramaturgos
argentinos contemporáneos dice que para él el teatro, el ser autor teatral
significa tener un púlpito, un balcón, un agujero en la pared o un micrófono
conectado directamente a muchos otros seres humanos a través del cual trata,
continua y pretensiosamente de confesarse y confesar a toda la humanidad.
Pedro Espinosa 1967
Los autores teatrales buscan constantemente el contacto con el público. Se
escriben obras de fuerte contenido social. Se persigue la perfección.
Dentro del panorama de dramaturgos argentinos de la primera mitad del siglo
XX sobresalen los nombres de Aurelio Ferretti, Agustín Cuzzani, Carlos Gorostiza,
Andrés Lizárraga y Osvaldo Dragún.
Aurelio Ferretti ingresa en la literatura argentina a fines de la década del
treinta. Cultiva la farsa. Gana rápidamente popularidad y significación. Ha
recibido muchos premios nacionales. Entre sus obras más conocidas están: Fidela, La
Pasión de Justo Pómez, ¡Pum - en el ojo!, La cama y el sofá, El
café de Euterpe, Histrión, La multitud, Las bodas
del diablo.
Agustín Cuzzani llama a sus cuatro piezas, escritas entre 1953 y 1958 farsas
o “farsátiras”. Una libra de carne ilustra la angustia del hombre
bajo el tremendo peso de una estructura social; El Centroforward murió
al amanecer - consciente de su situación, él se lanza a la primera reacción
individual (la obra fue llevada al cine y la película tuvo un éxito mundial); Los
Indios Estaban Cabreros el rebelde encauza su revolución y le da significado
de acontecimiento histórico; Sempronio es el triunfo.
Carlos Gorostiza. El estreno de su obra El Puente rompe el dique
entre el pueblo y el teatro independiente. Es una obra importantísima dentro
del teatro independiente porque llevó al escenario un enfoque realista y popular.
A su pluma pertenecen también El reloj de Baltazar, El juicio, El
pan de la locura.
Andrés Lizárraga escribió sobre diversos temas. La Trilogía sobre mayo: Santa
Juana de América - la más representada, Tres jueces para un largo
silencio y Alto Perú - es de argumento y temática histórica. El
carro eternidad es una obra sumamente interesante sobre la vida de los
actores dramáticos, impregnada de espíritu social. ¿Quiere Usted comprar
un pueblo? es una sátira intensa y penetrante de la sociedad.
Osvaldo Dragún
Uno de los autores más representativos dentro de la generación de dramaturgos
argentinos de la época, es Osvaldo Dragún. Un autor que grabó con mano firme
su huella en el teatro argentino e hispanoamericano.
Mientras haya autores como Cuzzani, Del Carlo, Ferretti, Gorostiza, Dragún,
Palant, es ocioso hablar de crisis. Si alguna de las obras de estos autores
no tiene éxito, quiere decir simplemente que sufren los altibajos normales,
propios de todo ser humano.
Tulio Carella 1959
Dragún nació en Colonia Berro, San Salvador, provincia Entre
Ríos, el 7 de mayo de 1929, en el seno de una familia de emigrantes judíos.
Cuando tenía 15 años se trasladó con su familia a Buenos Aires, empezó a participar
en los elencos dramáticos y entonces comprendió que iba a dedicarse al teatro.
El Teatro Independiente Fray Mocho fue el primero que hizo caso a sus obras
y estrenó sus dramas La peste viene de Melos (1956) y más tarde, Túpac
Amaru. Este hecho unió definitivamente al entonces joven dramaturgo a
los teatros independientes. Después de sus primeros éxitos siguieron Tres
historias para ser contadas, su obra más conocida y gustada no solo por
el público argentino, sino por los espectadores de todo el continente latinoamericano
y de los países europeos, donde también fue estrenada. A las Tres historias añadió
más tarde Dragún una cuarta, Los de la mesa 10. Otros dramas suyos: El
jardín del infierno, Milagro en el Mercado Viejo, Y nos dijeron
que éramos inmortales, Heroica de Buenos Aires, Historia
de mi esquina, Amorreta, Dos en la ciudad (¡Un maldito domingo!),El
amasijo,Historias en la cárcel,Mi obelisco y yo, Al
vencedor, Hoy se comen al flaco, ¡Arriba Corazón!,Volver
a La Habana, La soledad del astronauta y otros títulos hasta
una treintena de obras. En 1963 Milagro en el Mercado Viejo obtuvo
(junto con El Atentado del mexicano Jorje Ibargüengoitia) el premio
de teatro del Concurso Casa de las Américas, y en 1966, con Heroica de
Buenos Aires volvió
a ostentar el mismo galardón. En una entrevista Dragún expresó del modo siguiente
sus ideas y creencias como escritor teatral.
- ¿Qué significa para Usted ser autor teatral?
- Mi única posibilidad de expresarme cómodamente. Esto, claro, desde el punto
de vista íntimo. Escribo teatro cuando tengo algo que decir y no cuando tengo
tiempo. Algo que decir significa que escribo de acuerdo a mis ideas. No soy
“objetivo”.
- ¿Qué es para usted lo esencial? ¿Aquello que un autor no debe perder nunca
de vista?
- “No escriba cuando tenga tiempo, sino cuando tenga algo que decir”, “Ser
profesor de gramática, retórica y estilística no implica la obligación de escribir
teatro”, “Ser realista no significa ser un especulador de la miseria, y pronto
se quedará sin temas”. “¡Por favor, escriba! ¡Nos necesitan!”
Pedro Espinosa 1967
Osvaldo Dragún es un escritor distinto dentro del panorama de autores dramáticos
argentinos. Dragún es autor de obras fuertes, ágiles, directas, de grande y
rico contenido social, de un dramatismo palpitante y personajes persuasivos,
impresionantes e inolvidables. Siempre muy preocupado por la realidad en que
vive, su obra es un reflejo magnífico y un cuadro perfecto de ella amén de
tener unas formas de expresión que distinguen al autor de sus contemporáneos.
Es muy importante además, la rica y consistente actividad de
organizador a la que se dedicó Dragún, obsesionado por la idea de atraer al
público al espectáculo teatral y de acercar este al público. La iniciativa
que desarrolló con este fin es conocida con el nombre de Teatro abierto. Dragún
fue tal vez la figura más descollante de este movimiento y en el reconocimiento
unánime, su promotor. El
Teatro abierto fue sin duda alguna la primera gran manifestación
teatral y cultural contra la dictadura. Esa idea, compartida con Gorostiza,
Cuzzani y otros, originó algo que nadie pudo destruir, y así autores, actores,
directores, escenógrafos, críticos crearon , en medio de la represión, un movimiento
que marcó un hito en el corazón del teatro argentino. El público se hizo eco
del proyecto, que se extendió a la música, a la danza y a la poesía. Este iba
a ser tal vez el papel más significativo que había de jugar Osvaldo Dragún,
el incansable luchador por el teatro libre, abierto al público, dedicado a
él.
El 14 de junio de 1999, al cargo de director del Teatro Nacional Cervantes,
lo sorprende la muerte.
El teatro de Dragún se inscribe, mutatis mutandis, en los marcos
del teatro de la época, pero sigue la línea del realismo épico, cuyo creador
y maestro fue Bertold Brecht. No imita servilmente a Brecht: su búsqueda dentro
de lo popular argentino y del teatro del absurdo (muy en boga en aquel tiempo:
en 1956 en Buenos Aires se estrena Esperando a Godot de Beckett) le
confiere la categoría de un creador y experimentador de gran interés. Dragún
incorpora elementos del teatro del absurdo, muchas veces más de los que utilizaba
Brecht, pero siempre conserva su característica fundamental: referirse a la
realidad de su país, reflejar la vida de los argentinos común y corrientes.
En Argentina de este período se profundiza la crisis después del primer régimen
peronista: uno tras otro se suceden los golpes militares, las represiones se
intensifican, aumenta considerablemente el número de huelgas. Todo este panorama
se verá reflejado en las obras de Dragún de modo convincente y a la vez atractivo.
Sería difícil determinar la temática de sus dramas en conjunto,
porque él escribe sobre varios asuntos y aspectos de la vida, pero lo que une
sus piezas es el realismo de todas ellas. Un realismo duro, riguroso y veraz,
realismo a veces fotográfico hasta llegar al naturalismo. Ya partiendo del
realismo de toda la obra de Dragún podemos ver cuál es la materia que lo atrae.
Principalmente - la vida de los pobres en la sociedad, su desamparo, su soledad,
su pobreza y sus desgracias y dentro de este tema unificador podemos distinguir
muchos más: el de la injusticia, el del absurdo de toda guerra, el del poder
del dinero, el de las relaciones familiares y humanas en general, el del amor,
amor muchas veces condenado por la vida difícil. Estos son sus argumentos predilectos,
que encontraremos en casí todos los dramas del autor. Pero dentro de esta temática
triste y algo pesimista no falta la esperanza.
Los protagonistas de Dragún son casi siempre gente sencilla, llana y común.
Y aun en las obras donde vuelve su atención hacia el pasado y elige personajes
históricos como protagonistas, él no pierde de vista la realidad y hace sentir
como contemporáneo hasta el tema más lejano.
Milagro en el Mercado Viejo
Premio de teatro, Casa de las Américas, 1963
Úrsula, la vieja florista narra los acontecimientos en el drama: “Esto que
ven aquí, a mi alrededor, es el Mercado Viejo, por la noche. Cuando deja de
pertenecer a la gente, y comienza a pertenecerme a mí. Porque este es mi mundo.
El mío y el de mis flores. Lo ha sido durante muchos años, y seguirá siéndolo
hasta... bueno, ustedes entienden.” Poco a poco van llegando sus amigos: el
actor, que trata de escapar a la realidad, escondiéndose en los personajes
que hace o que hizo alguna vez, el juez empobrecido que roba vino para celebrar
su cumpleaños, Coya, el tímido que busca una mujer, la Hija del Arrepentimiento,
miembro del Ejército de Salvación, que no consigue vencer la tentación de emborracharse,
el vendedor de Biblias, el único que prospera, comerciando con la religión
y, finalmente, José y María, los dos enamorados que todavía conservan la ilusión
de que podrán ser felices.
Son los desubicados, los marginados a causa de la miseria y aunque no están
harapientos, podríamos llamarles así. Reunidos en la noche para festejar el
cumpleaños de uno de los suyos, se nos presentan graciosos, tristes, seres
totalmente vivos. Dragún está aquí en su mejor momento, nos hace creer en sus
personajes, quererlos y por intermedio de ellos, criticar a una sociedad entera.
Inmediatamente después de esta escena es que entran María y José. José es un
peón del Mercado y María - empleada doméstica de Fernández, el dueño del Mercado.
Son dos jóvenes que se aman, que quieren vivir alegres, felices. Todavía conservan
un poco de esperanza, pero la vida es tan dura que les roba hasta la ilusión:
“José: No trabajo en lo que me gusta, sino en lo que me dan. ¡No como lo que
me gusta, sino lo que puedo! ¡No vivo donde quiero, sino donde sobra lugar!
¡Necesito descansar!”
Creyéndose solos en el Mercado roban la comida y el vino de los “harapientos”,
quienes, enfurecidos, los rodean y los juzgan. Es en este juicio donde, para
justificarse, la pareja cuenta su historia. Pero los “harapientos” no creen
en esta historia y cada uno le da su versión.
María confiesa estar embarazada y haber robado 5000 pesos a su patrón. Entonces
los “harapientos” deciden denunciarla a Fernández para quedar bien con él.
Ensayan con el actor lo que dirán a Fernández, pero aquel, posesionado de su
papel, los trata tan duramente que deciden que el culpable de todo es él y
cuelgan la chaqueta del actor, que simboliza al odiado dueño del Mercado. Llega
de repente un hombre que anuncia la muerte de Fernández y se produce el milagro:
María da a luz, la flor griega de Úrsula “se abre y se extiende como un grande
y extraño techo que cubre a todos, mientras del techo y las ventanas del Mercado
Viejo se filtran luces mágicas.”
La obra está escrita con mano firme y a considerar por la impresión
que deja su primera lectura, de un aliento. El lenguaje es el de los hombres
y mujeres que son sus protagonistas. Al “Milagro…” se le podría reprochar cierta
mezcla, cierta confusión. Dragún empieza el drama evidentemente como una pieza
realista. Toda la primera mitad del acto único es realista, los personajes
que nos presenta el autor son verdaderos y nos convencen. Ya con la aparición
de María y José la obra adquiere otro carácter: se convierte más bien en una
obra crítica y a la vez poética. Aceptándolo así podríamos comprender el estilo
de la canción de María:
“Escuchen:
no hay nada para recordar.
De sirvienta y de peón ¿qué puede quedar?
No es historia, no.
Y aunque fuese una historia ya escrita,
¿quién sabe leer?
(Habla)-
¿Quién sabe leer?
Yo... no.”
Esta confusión de elementos estéticos: realistas y fantásticos, resulta a
pesar de todo convincente porque existe también en la segunda parte una reproducción
de lo popular, aunque estilizada. Bástenos recordar el “Adiós, muchachos” y
los parlamentos de Úrsula y Coya (imposible evitar el recuerdo de La Ópera
de Tres Centavos).
Los personajes de esta pieza son los de la picaresca de Buenos Aires. Seres
que, a medida que la ciudad se industrializa, se van convirtiendo en leyenda,
tradición, folklore ciudadano. Algunos de ellos viven: Coya, por ejemplo. Lo
característico es el amor del autor. Dragún quiere demasiado a sus personajes,
se solidariza con ellos. Todo eso le ayuda a alcanzar su objetivo: él logra
un juego teatral, donde la realidad y la fantasía se confunden y donde el empleo
de música, canciones y bailes, elementos que introducen el soplo imaginativo
de la obra, enriquecen el tema social.
Túpac Amaru
Una de las primeras obras de Dragún. Es un drama histórico que cuenta la rebelión
del Inca Túpac Amaru, el primer gran alzamiento contra el poder colonial español.
Los sucesos ocurren en el sur del Perú. Después de tres años de dura lucha,
la rebelión es ferozmente derrotada y Túpac Amaru descuartizado. Aquella fue
la rebelión indígena más importante contra el yugo colonial de España. Su caudillo
- Túpac Amaru - era noble, hijo y descendiente de los Incas. Pero por su personalidad
estaba más cerca de la masa indígena humilde. Los españoles buscaban el apoyo
de los indígenas ricos y cuando no lo lograban trataban de neutralizarlos,
persiguiendo así la división de la población, debilitando y anulando de este
modo su resistencia. Pero como la conciencia social de los incas estaba retrasada
en comparación con la europea, es decir los incas nobles y ricos no eran opresores
de sus súbditos y del pueblo en general, no era nada extraño que un hijo de
incas nobles abrazase la causa de los empobrecidos y humillados y encabezase
un alzamiento contra los opresores extranjeros. Al comenzar la rebelión Túpac
Amaru y su gente no tenían objetivos independentistas. Querían solo lograr
la aplicación de las Leyes de Indias, brutalmente violadas. Pero más adelante
la insurrección adquiere los rasgos de una lucha independentista y es entonces
cuando, atemorizado, el poder español reprime cruelmente el levantamiento.
En el drama de Osvaldo Dragún la acción se desarrolla en el campo de los españoles,
en el despacho del representante del cruel poder colonial, el Visitador General
don José Antonio de Areche. El argumento está centrado en la derrota de la
rebelión de Túpac Amaru y en pocos momentos, a través de narraciones de testigos
llegan hasta nosotros ecos de la lucha y de los combates. Dragún recrea artísticamente
los acontecimientos de la rebelión inca, enfocando su atención creadora sobre
los personajes más que sobre los sucesos. Esto no quiere decir que Túpac
Amaru sea un drama sin acción. Los hechos se desarrollan rápida y algunas
veces vertiginosamente, pero el escritor ha fijado solo los momentos más importantes.
Se ve que toda su preocupación está centrada en el análisis psicológico de
los personajes y especialmente de los protagonistas: el Visitador General Areche
y Túpac Amaru. Por eso se podría decir que Túpac Amaru es un drama
psicológico tanto como histórico. Areche es un carácter fuerte y dominante.
Todos se le subordinan no solo porque es el Visitador sino más que nada por
su aire soberbio, altivo y respetable. Él odia profundamente a los vencidos,
con la saña del señor, del opresor. En cada palabra suya se nota el gran anhelo
que siente por doblegar a Túpac Amaru y a todos los indígenas. Es un tipo curioso:
es inteligente, se da cuenta inmediatamente de la verdad de las cosas en la
Colonia, pero no quiere confesarlo ni ante sí mismo, y además, su gran odio
a los indios, su gran desprecio a los vasallos le impide algunas veces ver
claro las cosas. Areche odia a Túpac Amaru, pero le teme al mismo tiempo. Le
teme con el miedo del condenado, con la conciencia del amenazante declive del
poder colonial, del próximo derrumbe del dominio español. Es también el temor
personal frente al adversario más fuerte. Porque Túpac Amaru, guiado por su
fe, resulta todo lo contrario de Areche. Es un personaje de vigorosa fortaleza
moral y física. En muchos momentos Dragún muestra su mayor potencia al lado
de la del Visitador, pero tal vez haya un momento en que el autor lo ha logrado
con mayor fuerza. Es la última conversación entre los dos protagonistas, cuando
Areche trata de persuadir al Inca sobre lo inútil de su labor por liberar a
los indios:
“Areche: ... Están borrachos y solo les interesa ver sufrir a otros para olvidar
su propio sufrimiento. ¿Por ellos luchaste?
Túpac Amaru: Por ellos luché.
Areche: ¡No valía la pena, indio! ¡No comprenden, nunca comprenderán! ...
Nacieron para el charco. Nadie puede hacer nada por ellos.
Túpac Amaru: Yo no hice nada por ellos. Ellos hicieron todo por mí... Me enseñaron
a vivir... Ahora usted me tortura y yo no grito, porque ellos me enseñaron
que hay un límite para el dolor y que más allá de este límite están el hombre
y la felicidad.
Areche: ... ¡Quiero verte de rodillas, esclavo, de rodillas... hasta que comprendas
que nadie se acordará de ti!
Túpac Amaru: Puedo estar de rodillas... (Se arrodilla)”
Esta es una de las escenas de mayor impacto en el drama. Viendo la dignidad
con que el Inca soporta las torturas el Visitador quiere vencerlo moralmente,
pero sintiéndose impotente frente a su firmeza, lo humilla. Mas lo que tiene
Túpac Amaru y que le falta al español es la gran fe en su causa, la gran fe
en el poder indoblegable del pueblo, cuyo hijo es.
Además de los protagonistas, Dragún pone en escena a varios personajes más.
Entre ellos hay españoles, hay criollos, hay incas. Entre los últimos Dragún
nos muestra dos tipos. Uno es Pumayalli, viejo Cacique Inca, símbolo de la
fe y de la firmeza, fuente de donde para los rebeldes brotan los gérmenes de
la seguridad y la perseverancia, y el otro - Sahuaraura, otro Cacique Inca,
vencido por el miedo, quien se vende a los señores colonizadores y traiciona
a sus hermanos. Entre los españoles es interesante el personaje del obispo
Moscoso, quien por momentos compadece a los indígenas, habiendo vivido ya varios
años entre ellos. De los criollos se destacan el Comandante Flores y el hacendado
Roldán, quienes aun sintiendo simpatía por Túpac Amaru, no encuentran fuerzas
para seguirlo y al final se hacen cómplices de su muerte. Con ellos Dragún
muestra las hesitaciones de los criollos, su indecisión para abrazar la causa
de la libertad. En la obra no falta la compañera fiel del protagonista, Micaela
Bastidas, seguidora constante y firme de su esposo.
Siendo un drama histórico, Túpac Amaru no deja de tener un sentido
muy contemporáneo. Dragún convierte su crónica de la rebelión en una obra profundamente
psicológica y va más allá: la convierte en un drama contra cualquier opresión,
nacional o social. Túpac Amaru es una protesta contra la violencia,
la tiranía, la esclavitud. Es una defensa fervorosa del derecho de los hombres
a una vida libre y feliz.
Tres historias para ser contadas
Con este título fueron representados en el Primer Festival de Teatro Latinoamericano,
organizado en La Habana por la Casa de las Américas, tres dramas cortos de
un acto de Osvaldo Dragún. La técnica del autor en estas obras es original.
Dragún usa un procedimiento antidramático: cuentan las Historias tres actores
y una actriz, que hacen los papeles secundarios en los tres cuadros, pues podríamos
llamarlos así. Hay una cuarta historia que Dragún añadió luego a las tres anteriores,
cambiándole el título a la colección por Historias para ser contadas.
Las tres historias son muy breves. Breves hasta tal punto que casi no le dejan
tiempo al lector (porque las Historias además de una obra teatral
son una lectura deliciosa, al igual que todos los dramas del autor) de penetrar
en el argumento. Los actores que hacen cada uno muchos personajes y a la vez
narran y comentan las historias permiten que se llegue al enlace tan necesario
para una obra dramática entre el autor y el público. La multiplicidad exigida
a los actores-narradores no estorba la imaginación del espectador (indispensable
en estas obras) y no molesta ni dificulta la fluidez de la acción. Los tres
dramas son de un profundo contenido social. Los personajes
son simplemente hombres y mujeres que manifiestan, sobre momentáneas variantes
escénicas, la presencia de injusticias que reclaman el respeto y el amor para
los seres oscuros que sufren a nuestro lado. La indiferencia ciudadana, la
explotación de los trabajadores, la angustia creciente de las cárceles económicas,
son los motivos fundamentales.
Juan Carlos Ghiano 1959, IX-X.
En el prólogo de las Historias para ser contadas leemos:
“¡Público de la Plaza, buenas noches!
Somos los nuevos comediantes,
actores que van de pueblo en pueblo,
que van de plaza en plaza,
¡pero siempre adelante!
Si es cierto que la vida de un hombre es una estrella
que dura apenas un minuto
en esta infinita trayectoria
que es un día del mundo,
convengamos que es también una historia,
una pequeña historia irrealizada
que termina a veces antes de ser empezada.
Una pequeña Historia para ser Contada.”
Historia de un flemón, una mujer y dos hombres
Este es el título de la primera Historia, que cuenta la de un Vendedor y su
flemón. El hombre no tiene dinero para curarse, pero los dolores son insoportables
y se ve obligado a ir por fin al dentista. Allá resulta que tienen que operarlo,
pero antes se deben hacer una serie de análisis, que son muy caros. El pobre
renuncia a la idea de curarse y termina por morirse de un miserable flemón.
Más que crítica, esta obra miniatura es un cuadro doloroso de la desgracia
de los pobres en medio de crueles condiciones de vida. Dragún se limita aquí
a narrar la historia con un lenguaje sobrio y minucioso a la vez. No toma una
posición definitiva frente a este hecho - uno de los miles de ejemplos en la
sociedad. Es transparente su desacuerdo, pero Dragún termina por resignarse.
La segunda de las Historias tiene un título muy largo, expresión de la ironía
en que se convierte el dolor de la primera. Se titula Historia de cómo
nuestro amigo, Panchito González, se sintió responsable de la epidemia de peste
bubónica en África del Sur
Buscando la solución de un problema Panchito González propone mandar a África
del Sur conservas de ratones. Se prepara una gran campaña publicitaria, que
incluye carteles y afiches concretos, abstractos, surrealistas, etc., terminando
todo esto con el envío solemne de las conservas. El resultado lo vemos ya en
el título: una epidemia de peste bubónica en África del Sur. El drama está
escrito como una narración de lo ocurrido que Panchito hace a sus amigos. El
pobre hombre, que había hecho la proposición casi en broma, solo para deshacerse
de la insistencia de los dueños, ahora se siente responsable de la epidemia
y no puede tranquilizarse. En el primer momento el argumento parece exagerado,
inverosímil. Pero la intención del autor de desenmascarar al sistema se ve
bien claro. Es evidente su ironía y amargura frente a ese hecho lamentable
y vergonzoso que pudo haber ocurrido en algún lugar, burlándose los ricachos
de una manera sumamente irresponsable y cruel de los pobres y los hambrientos.
Dragún encontró la mejor manera, la hipérbole, para hacer llegar al lector
y al espectador su idea: la injusticia de la sociedad y el desamparo completo
de los pobres. La exageración está en todo: en la proposición de Panchito,
en el afán por hacer un buen anuncio de la nueva mercancía, en los personajes
de los dueños y de los pintores, mostrando y subrayando en cada momento la
ironía punzante del autor.
Historia de un hombre que se convirtió en perro
es el título de la tercera de las Historias, la más fuerte, la mejor
lograda por el autor, la más impresionante e impactante. Un pobre hombre que
no puede encontrar trabajo, acepta “trabajar” como perro, es decir cuidar la
puerta. Al final, compenetrado por completo con su papel, se convierte en perro.
En esta obra la hipérbole de Dragún no esconde dolor ni amargura, ni ironía,
sino ya el hondo sarcasmo del autor, que lo lleva a la narración indiferente
y seca, que hace resaltar con más fuerza todavía su desacuerdo con ese orden
social, que hace perder a la gente hasta su aspecto humano. Dragún ocultó el
contenido infausto bajo una forma cómica, que en un primer momento uno no sabe
si reír o llorar. Pero aquí también, y quizás con mayor vigor, se siente el
clamor del escritor contra la alienación humana.
Igual que en sus otros dramas aquí también Dragún se limita a la pintura realista
de la vida, sin lograr salir (posiblemente no lo haya buscado tampoco) del
círculo mágico de una visión limitada de lo social.
Historias para ser contadas constituyen la obra que hizo famoso a
su autor. Son sus dramas más conocidos y más gustados por el público argentino
y también europeo (la obra fue estrenada en muchos países). Ello se debe a
su penetrante realismo y a la burla abierta de Dragún de la sociedad. Pero
quizás esta gran popularidad se deba también, en gran parte, a la cuarta y
última Historia, que el autor añadió a las tres primeras y que es
la más extensa y por eso permite ser considerada un drama relativamente aparte
de los otros y además podemos tratarlo como una obra completa y terminada.
Es la totalmente diferente y poética
Los de la mesa 10
En este drama Dragún se sirvió de un procedimiento completamente distinto
del de los demás. Aquí ya no hay exageración, ni deshumanización o degradación
de los personajes. Los de la mesa 10 son José y María, dos jóvenes que se encuentran
casualmente en una fiesta y se enamoran. Es un canto al amor, al mismo tiempo
que un grito de indignación, protesta y rebelión contra esa vida maldita e
inhumana que ni ante un amor tan grande, tan puro y tan entero se apiada. Lo
que une este drama a los tres anteriores son los mismos actores que nos cuentan
la historia e interpretan los papeles secundarios. Aquí Dragún vuelve a la
amargura y al dolor de la primera historia en el principio, pero unidos al
final a una esperanza remota de que el amor podrá vencer en la vida. La obra
no llega a ser sentimental, pero está impregnada de un profundo lirismo penetrante,
que comunica al lector un gran respeto, admiración y hasta veneración frente
a aquel amor tan intenso y enorme, pronto a marchitarse. Dragún, y junto con
él nosotros, quedamos sumidos en la indignación frente a nuestra propia incapacidad
e impotencia de ayudar a los jóvenes. Es decir, en esta obra Dragún junto con
la esperanza muestra haber sentido ya un odio hacia el ambiente brutal, un
odio que él infunde a sus lectores y espectadores también.
Para Dragún era necesario escribir esta cuarta Historia para poder
salir del concepto limitado de lo social, en el que se mantiene en las tres
anteriores. Aquí ha logrado expresar y mostrar una visión más amplia y una
actitud más determinada.
En el desarrollo y desenvolvimiento de sus ideas en las Historias para
ser contadas Dragún ha utilizado como elemento unificador la gradación,
algo también muy típico de su estilo. En la primera es el dolor, en la segunda
- la ironía amarga, en la tercera - el sarcasmo, en la cuarta - el odio y
la esperanza. Hasta Los de la mesa 10 las historias son profundamente
desesperantes y pesimistas y apenas aquí es donde aparece un grano de fe
y de ilusión. Esta gradación enlaza y vincula más las cuatro obras que los
personajes, iguales en todas ellas.
Las Historias para ser contadas son un cuadro muy vivo y plástico
de la vida, un cuadro que incita a la meditación, la inconformidad y la rebelión.
Y nos dijeron que éramos inmortrqiales
En esta obra Dragún concentra su atención en la juventud y sus inquietudes,
tratando además los asuntos que preocupan a toda la humanidad, que al fin y
al cabo son problemas sociales. En una palabra: este drama no está escrito
en el estilo y con los temas de las demás obras, pero siempre se les acerca
por la universalidad de la materia que trata y por la actitud del autor frente
a ella: la guerra como causa de la indiferencia y la apatía en las que cae
la juventud después de un conflicto bélico, su imposibilidad de encontrar camino
en la vida. Y si la obra está hecha con matices argentinos, ella representa
en conjunto un cuadro agitado y emocionante de los conflictos en que vive y
se mueve la juventud de todo el Continente y de todo el Mundo. En cuanto al
estilo, Y nos dijeron que éramos inmortales es una obra inferior a
las demás, no tiene igual fuerza expresiva y no alcanza el impacto de las otras
porque aquí a Dragún le falta una posición más firme frente a los hechos que
pinta, pero no comenta. Además, en este drama se confunden de manera algo arbitraria
la realidad y lo imaginativo, lo que no corresponde a la temática demasiado
comprometida de la obra. No que a Dragún le falte la posibilidad de expresar
lo que quería decir, porque en otros dramas él ha mostrado ya su capacidad creadora
de pintar acertadamente hasta los matices más finos. Pero aquí él se propuso
una tarea que sobrepasaba sus conceptos de la vida. En este sentido se le debería
reprochar quizás más la intención que los procedimientos de los que se sirvió.
Otros dramas
Tres de las primeras obras de Dragún, donde él se iniciara como pintor realista,
son La peste viene de Melos, El jardín del infierno y la
adaptación del drama de Berrutti Madre Tierra.
En La peste viene de Melos Dragún se valió de la historia antigua,
lugar y tiempo de la acción del drama es la Grecia de Alcibíades. Saliendo
de allí,
inquietado por los problemas sociales que conmueven a la humanidad... eleva
su grito de protesta y lanza su mensaje de solidaridad humana... El resultado
puso en evidencia a un rico temperamento dramático con excelente dominio de
los recursos escénicos. Las figuras de Pitias y Alcibíades así lo atestiguan.
Dragún aparece en esta obra, con aciertos de un maduro hombre de teatro, y
solo habrá que esperar la experiencia de nuevas producciones.
Luis Ordaz 1957
El jardín del infierno es una obra dedicada a la vida de los miserables.
Dice uno de los personajes: “Nos dijeron que íbamos a conocer a Buenos Aires
y hemos conocido la tristeza”. Esos pobres no llegaron a conquistar la capital.
La obra es absolutamente pesimista y por eso para nosotros valen más las piezas
posteriores del autor, en las que nunca faltan la fe y la esperanza.
Madre Tierra (1920) es la obra original de Alejandro Berrutti a la
que Osvaldo Dragún hizo una adaptación modernizada. El drama trata el problema
del latifundio en el campo argentino. Se refiere al caso de uno de los muchos
inmigrantes de Italia. Es un vigoroso alegato de los míseros colonos, que luchan
bajo el yugo del más despótico latifundismo. Es también una obra artística
con un profundo calor humano y una fiel descripción del ambiente. Nos encontramos
con la tragedia desgarradora de una familia, donde como siempre en tales casos,
la posible salvación llega demasiado tarde.
Dragún siguió desarrollando su creación dramática y su actividad en el campo
del teatro argentino. Siempre preocupado por el papel del teatro en la vida
de la sociedad y comprometido con su objetivo fundamental: llegar al público,
responder a sus preocupaciones humanas y sociales, atraerlo al espectáculo,
el autor se dedicó de lleno no solo a escribir obras originales, interesantes
e impactantes sino también a crear el ambiente propicio para el desenvolvimiento
del teatro como representación escénica. Su actividad organizadora es tal vez
tan importante como su propia creación literaria.
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Varios (1999): “Final de partida”. http://usuarios.lycos.es/eitalc/osvaldo_dragun.htm
Бележки:
[*] De este texto está excluida “Heroica de Buenos Aires”, objeto de otro artículo, en proceso de impresión: “La Madre Coraje argentina (Osvaldo Dragún y su Heroica de Buenos Aires)”
2010 (c) Нов Български Университет